miércoles, 23 de abril de 2008

Con ellos...sigo aprendiendo

Natalia Lorena Rodríguez
Aquel día amaneció resplandeciente. Era una mañana hermosa del mes de marzo, el sol radiante calentaba cuanta cosa se atravesaba. Por primera vez las designaciones de cargos interinos y suplentes de nivel Polimodal y EGB3 se efectuarían por la mañana de un día sábado.
Caminé la cuadra y media que me separa de la institución de nivel medio en donde se daría inicio a dicho acto con una mezcla de sensaciones inexplicables, y hasta con esas cosquilllitas en el estómago que te generan los nervios propios de esas circunstancias en las que uno no sabe qué te depara el destino.
La idea de “total a mi no me va a tocar nada” no dejaba de cruzarse por mi mente. Me di cuenta que venía desde hacía una semana condicionando mis comportamientos a esa idea.
El acto dio inicio a la hora indicada, todo un salón repleto de aspirantes que con nervios e incertidumbre esperaban oír su nombre.
Aquel instante en que mis oídos captaron las ondas sonoras de mi nombre fue paralizante. Sentí la sensación de querer huir y escapar de aquello que tanto anhelaba.
Vacilando hice notar mi presencia. Caminé hacia la mesa y acepté tomar las horas, sí, horas de Proyecto de Orientación y Tutoría.
Sentí frío, calor. Qué desafío. Comenzar a trabajar en una nueva institución, con colegas que habían sido mis profesores; ser tutora en situaciones sociales tan difíciles que afectan directamente el contexto escolar; trabajar con culturas juveniles con características diferentes a aquellas para las cuales fui formada, era todo un desafío pero me proponía enfrentarlo.
Aquel primer día en la institución me resultó un poco incómodo, me sentía observada. El aire que se respiraba a nivel institucional era casi el mismo que el de las otras instituciones por las que ya transitaba o había transitado; una sensación de individualismo total.
Si miro atrás y evalúo estos años...
Cuántos roles me ha exigido ser tutora, escuchar y comprender tantas situaciones, actuar de mediadora, tratando de resolver aquellos acontecimientos que, conflictivos o quizás por falta de comunicación o interpretación, generan las relaciones entre personas, y el proceso de enseñanza-aprendizaje qué es, sino un proceso de interrelaciones entre todos los integrantes de la comunidad educativa.
Me ha tocado escuchar, analizar, discutir, opinar, aconsejar, orientar, decidir, pero por sobre todas las cosas he intentado comprender cada situación para poder ser justa en mis decisiones, para poder obtener de cada actuación los mejores resultados, aunque no siempre han sido positivos, con el consenso y satisfacción, no de todos, pero sí de la mayoría de las personas involucradas.
He aprendido en cada entrevista con mis alumnos, en cada charla con mis colegas o padres, que salir del aislamiento, del individualismo, es una acción innovadora, que el trabajo en equipo y las relaciones de empatía son un punto de partida indispensable para obtener resultados favorables.
Aprendí que la perseverancia es el mejor aliado en este camino tan difícil y multifacético que nos toca transitar como docentes.
Aprendí a interpretar cada mirada, a leer cada gesto, a escuchar cada silencio de mis alumnos, intentando comprender qué hay detrás de cada acto indisciplinado, de cada “no estudia”, “no presta atención” o “esta ausente”...
Me animé a interactuar con mis colegas, a compartir opiniones, a intercambiar estrategias, a escuchar y dar sugerencias.
Y sigo proyectando, intentando dar más desde mi función como tutora, porque la experiencia de estos años me demostró que no soy simplemente una profe, lo que no es poca cosa.
Soy aquella colega con la que se puede contar para resolver situaciones que el escaso tiempo y las colmadas planificaciones no les permiten resolver a los docentes de las diferentes áreas en cuanto a la convivencia. La que efectúa un seguimiento de cada uno de sus alumnos para interiorizarse sobre cómo van en la escuela, conociendo un poquito más de ellos desde lo personal y familiar, información que muchas veces nos da los fundamentos para comprender el por qué de muchas cosas.
Cuantas cosas buenas me han sucedido, cuantos cambios ví florecer en cada uno de mis alumnos, y aún sigo esperando que progresen otros.
Cuantos momentos hermosos vividos, aún con quienes menos me lo esperaba, si, aquellos indisciplinados de los cuales solo podía esperarse malos comportamientos.
Se me vienen a la mente mil recuerdos, lagrimas, risas, confesiones, hasta chismes, enojos, y hasta confidencias. ¿Cuántas cosas podemos obtener de nuestros alumnos si escogemos el camino adecuado para establecer acuerdos con ellos?, ¿cuánto logré partiendo de la confianza, del cumplimiento de lo pactado?.
También me implica muchas cosas. Irme a casa pensando en ¿cómo le abra ido en la evaluación de Historia?, ¿habrán estudiado para el espacio de ...?, ¿se habrán peleado nuevamente?, ¿le corresponde sanción o no?, entre otros tanto interrogantes que diariamente circulan en mi interior.
Así, sorteando obstáculos, con éxitos y fracasos que me alientan o me invitan a reflexionar, con el apoyo de colegas que comienzan a apostar al trabajo en equipo, e intentando sumar a otros colegas, y por sobre todo creyendo en que las cosas pueden llegar a funcionar un poquito mejor con el aporte de todos, sigo aprendiendo.-

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