miércoles, 23 de abril de 2008

La carita de Genaro

E. Graciela Alvarez,
Día de Otoño, clima cálido, sol a pleno y toda la comunidad a la espera del inicio del primer día de clases. Impecables con sus delantales nuevos, bien peinados, caritas de asombro, algunas miradas pícaras y cómplices, otras con miedo y hasta algunos llantos.
Yo también observando ese momento con incertidumbre porque todas son caritas nuevas y desconocidas para mí.
Se hace la división de las salas y hay una carita que me sorprende y/o casualidad pertenece a la otra división. Me acerco a él y le pregunto el nombre: “GENARO” me contesta, mi sorpresa fue mayor porque mi hija siempre me dice que ella cuando tenga un hijo lo va a llamar así y mi pregunta es: de dónde saco ese nombre, sino conocemos a nadie que se llame así. Ahora sí puedo confirmar que ese nombre existe y está enfrente mío, pertenece a un pequeñito de mirada huidiza.
Le doy un beso y veo que su carita está toda con manchitas y ampollitas, algunas lastimadas, dialogo con él y se acerca su mamá y me dice que está así porque se rasca y él mismo hace que esa infección siga avanzando.
Me doy cuenta en un instante que sus compañeritos lo miran y no se acercan y con sus expresiones lo dicen todo: claro !!!! quién lo va a tocar o acariciar o saludar si su carita no está bien, les da ASCO !!!!; sí eso sentí al ver sus gestos.
Me arrodillo y le digo con voz suave, dulce, que no se toque las ampollitas, que se tiene que poner una crema y así su carita tan linda se ve mejor, me acerco a su oído y le cuento un secreto: yo voy a mirar tu carita todos los días y así voy a ver si se cura y si eso ocurre, porque sé que vos sos un nene lindo e inteligente te voy a traer una sorpresita.
Transcurrieron los días.
Genaro llegaba al jardín y buscaba insistentemente mi mirada. Éramos cómplices: yo entonces le sonreía y así empezaban las tareas.
Su carita mejoraba día a día hasta llegar a curarse por completo, entonces cumplí con lo prometido, al día siguiente le traje un regalito y lo llamé aparte para dárselo sin que nadie se enterara y cuando lo voy a colocar en su mochila y le explico que lo abra cuando llegue a su casa, él me mira y me dice: ¿te gusta mi mochila? Me la trajo papi anoche del basurero (en ese momento me vinieron miles de reflexiones, mi cabeza estaba a punto de estallar: por un lado la felicidad de GENARO era inmensa, por otro pensé en mis hijos y en tantos otros chicos más que sino es de marca o nuevo no es aceptado como tal) y entonces comprendí y entendí: “un gesto vale más que mil palabras”… lo abracé emocionada y feliz.

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