miércoles, 23 de abril de 2008

A pesar de todo… volvería a elegirte

Eliana Elisabet Baiardi
Era un día más de trabajo como directora de Tercer Ciclo, planifiqué mi jornada desde las 10 hasta las 17: 15 horas.
En lo que quedaba del turno de la mañana intercambio algunas apreciaciones con dos docentes de 8ºB con respecto al rendimiento escolar de Julián pues la mamá se ha acercado al colegio a manifestar su preocupación frente a las bajas notas con que ha sido evaluado en las últimas semanas… Firmo algunas notas que deben ser enviadas sin falta al final del día.
Con un ambiente tranquilo se inicia el turno de la tarde.
Una de las auxiliares docentes se acerca y me dice:
- Retálos, porque estuvieron terribles en la formación de ayer a la salida!
Yo la miro entre sorprendida y risueña …¡yo no estaba enojada!. No estaba motivada para el reto!.
Cuando sonó el timbre y los alumnos estuvieron formados se me dio lugar para que les llamara la atención por lo sucedido el día anterior ¡salió malísimo! ¡no estaba enojada!. La situación me recordaba esa frase tan conocida y tan mal empleada - ¡vas a ver cuando venga tu padre!
Junto a Carina, una de las auxiliares docentes, nos dedicamos a trabajar sobre un proyecto compartido con la E.P.E.T. Nº5, pues la Coordinadora solicitó su evaluación. Después de tener avanzado el trabajo decidimos que al concluir el último recreo nos acercaríamos a la Institución para dialogar con el Director y los maestros de taller para poder cerrar así el tema.
En el transcurso del último recreo, junto a varios docentes rodeábamos la mesa de la sala de profesores, charlábamos todos con todos, circulaba el mate hasta que de pronto en el pasillo se hace un silencio tan impresionante que también nosotros nos callamos…
-Algo pasó! – digo
- No seas pesimista! – dice una de las docentes.
Pero al mirar hacia el pasillo pasan dos auxiliares docentes con un alumno con la cabeza gacha rumbo al baño.
Me dirijo hacia allí, me paro en la puerta y observo la situación…Carina echaba agua sobre uno de los ojos del alumno. La otra auxiliar docente, con sus anteojos tal como si fueran una lupa, miraba el ojo del niño de donde manaba mucha sangre.
-¿Qué pasó? – pregunto
- Traé a González! Tráemelo! Le pegó un cascotazo en el ojo!
Yo pienso: ¿de que sirve en este momento traer al culpable? Y expreso en voz alta: -No sería mejor llevarlo al Hospital.
Y para ahí partimos el alumno, Carina y yo. Mientras la auxiliar docente acompaña al niño al interior de la enfermería, quedo sola en la sala de espera, inquieta hasta saber que es lo que ha pasado realmente… lo del niño era superficial, lo llevamos a casa de sus padres y volvimos al colegio.
Faltaba muy poco para terminar la jornada, pero sirvió para calmar a los que allí habían quedados preocupados por ese ojo lastimado.
Vuelvo a quedarme sola con mis pensamientos…Cuantas cosas he tratado de resolver hoy! De tan diferente índole! Había quedado postergada la evolución del proyecto por una cuestión tan inesperada como común en el ámbito escolar. Pero cómo me cuesta entender que no puede existir un organigrama estricto en mi tarea! ¡Como sigue costándome adaptarme a todo lo impredecible! Sin embargo, al rato, comienzo a organizar una nueva jornada, un nuevo proyecto, a intentar plantear nuevas propuestas para continuar en este camino asombroso que es la educación. En fin, tácitamente estoy diciendo: a pesar de todo… vuelvo a elegir esta profesión; a pesar de todo… vuelvo a elegir continuar en este cargo que la mayor parte de las veces trae aparejado una inmensa carga de responsabilidades.

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