miércoles, 23 de abril de 2008

Mensaje de Angel

Vilma Noelí Ibar
Fue un llanto intenso, desde lo profundo de mi ser. Sentí mi vientre pequeño, era la tristeza quien lo contraía, la angustia por saber que ya no podía él dar a otros aquello que generosamente legó en mi, sin saberlo; era la tristeza que invadía mi corazón: Un referente de mi adolescencia bruscamente dejó de existir.
¡Cuánta nostalgia! Había sido para mí, un docente recto, incisivo, detallista, organizado, con la dosis justa de confianza, equilibrado en sus vínculos, y con el conocimiento a disposición de sus alumnos, para que se los apropien con discernimiento...
-No siempre lo que está escrito quiere decir eso... piénselo de varias maneras- decía...
Después de varios minutos de angustia y con mis ojos enrojecidos por el llanto...
-Hola seño!-dice Camila al dar un beso en mi mejilla. Era como un pañuelo viviente recordándome que hoy...yo era la docente...que muchos pequeños seres buscaban “su referente”, peldaños firmes para crecer como personas.
-¿Lloraste?-Preguntó Camila...justo aquella niña...
-Si-respondí sin ocultar mi tristeza.
Sin sacar su mirada de mi rostro, caminó hacia el salón y luego a la sala a colgar su mochila como siempre. Su mamá, intuyendo el origen de mi congoja...
-Estamos todos impactados, fue muy brusco...
-Sí, lo fue...-dije- para algunos era muy querido y para otros no tanto, pero sin duda en todos su desaparición provoca algo... para nadie es intrascendente...
El silencio nos acompañó.
-Que pena – continué- que él no supiera, ni siquiera pudo imaginar la cantidad de enseñanzas que en lo profesional me dejó, tantas pequeñas cosas que hoy día a día uso, pero que la práctica de ellas me las enseñó él...
-Sabía mucho...-dijo la mamá de Camila.
Otros besos se sumaron al primero, todos enmarcados por una cara extrañada...con los ojos fijos en los míos... que enrojecidos denotaban un estado diferente. Uno a uno los niños fueron dejando sus mochilas, una a una las madres mencionaron a aquella persona, varios y muchos eran los recuerdos que inundaban nuestras mentes... y el aire... la atmósfera de aquel lugar... era diferente...: ¡Había un Angel en aquella sala! Todo se había transformado.
Hacía varios meses que intentaba lograr en mis alumnos una manifestación abierta y sincera de sentimientos. Es que aquellos niños parecían controlar mucho lo que sentían... no podían expresarlo... ni soñar que lo verbalizaran... Así, convencida por mis vivencias que era liberador poder conectar mente-alma-palabra-cuerpo... quise ser el enlace que les permitiera también a ellos hacerlo. Una actitud egoísta quizá, con tinte “salvador” – de alguien que tal vez aún debía salvarse a si mismo-, una postura cargada de omnipotencia... pero también de convicción... sabía que si a los sentimientos les hacemos un pequeño hueco para que fluyan, solos van sonsacando los bordes y transformándolo en una gran vertiente.
Nunca hubiera pensado, cuando inicié esa tarea, que el momento de cosecha iba a estar ante mí de aquella forma.
Nunca hubiera pensado que iba a ser aquella niña, Camila, la que primero me mostrara sus frutos... Era una niña tranquila, dulce, mimosa en apariencia... pero podía imaginar yo, que muchas cosas guardaba celosamente dentro, sin saber como sacarlas... carcomiendo su alma... coartando su cuerpo...limitando sus juegos.
-No sé si me gusta- decía ella cuando quería decidir a qué jugar y no podía hacerlo, sólo quedaba mirando a su alrededor en total quietud.
-Probemos aquí- dije- luego me decís que te pareció.
Ella, dubitativa, lo intentó... y así fue por varios días y en diferentes lugares... pero siempre con mi respaldo... con mi mano construyéndole pequeños peldaños...dialogando intensamente.
De igual manera procedió aquella vez en que “el nacimiento”, nuestro nacimiento, fue tema. Llegar al mundo es un marco de emoción muy fuerte. Conocer cómo fue establece raíces a nuestra historia. Cada niño preguntó por ellas... y luego las contó al grupo, también la seño y Camila:
- Mi mamá me contó que la tía se desmayó, porque ella quería que yo naciera- dijo. Su rostro estaba feliz, ella pudo saber más de sí misma.
- Mamá lloraba cuando me lo contó- agregó- y me mostró una foto mía cuando yo era re chiquitita. Sus mejillas, rosadas de placer, revelaban un corazón hinchado de gozo...orgullosa por provocar esto en su madre.
Y a esta experiencia se sumaron otras, y los vínculos se ampliaron, las emociones fluyeron...fueron pequeñas vertientes... hasta que...cuando el olor de la lavanda fue más intenso y las glicinas inundaban todo con su color...un roble selló su presente de aquella forma, un Angel cerró la puerta de su futuro, aunque seguiría siendo presente, porque a través mío se perpetuarían actitudes suyas-mías y ahora de Camila y cuanto alumno llegara a mi.
Aquel día en que la muerte buscó ese ser, fue un día distinto. Mostrar mi tristeza hizo que esa niña viera en mí tantas emociones fluyendo, que dio “permiso” a las suyas, y su pequeña vertiente, fue desde entonces un caudaloso arroyo.
Qué ironía... fue la muerte la que dejó nacer nuevamente a esa niña y fue el silencio de la tristeza que llenó el aire de sordos ruidos de penas-alegrías-ternura...de Angel.

No hay comentarios: