miércoles, 23 de abril de 2008

Escenas breves de la historia cotidiana

Graciela Susana Pascualetto
No sé por dónde empezar; las escenas aparecen y se difuminan, se enlazan y se sueltan del relato. Es difícil; mucho más que contar anécdotas en la ronda de mates. Lo primero que escribí no se entendía bien, ¿Cómo lo hago ahora? Dudo, borro todo, empiezo de nuevo… ¿Algo parecido les ocurrirá a los alumnos cuando les pedimos que escriban claro con puntuación, ortografía y acentuación correcta? Bueno, voy a intentarlo:
Para llegar a la escuela donde me habían designado como suplente tenía que viajar. Algunas profesoras hacían “dedo” y ya conocían a la gente de la zona que pasaba por allí de lunes a viernes y sin inconveniente viajaban hasta el pueblo donde tenían que trabajar. A falta de otro transporte, lo mismo hice yo durante el tiempo de la suplencia y pude de esa manera llegar hasta fin de año.
De esa época –entrada la década del ´80- provienen los primeros gestos y miradas de adolescentes que en la clase alternaban la toma de apuntes con las discusiones, los dibujos románticos, las guerras de tizas, las historietas de aventuras, la radio y los relatos de encuentros en la plaza (hoy probablemente serían otros los “entretenimientos“). Esas imágenes se fueron recreando en otros lugares donde trabajé con rostros y sentimientos semejantes porque si algo ocurre las escuelas de aquí y de todas partes es que no podés permanecer indiferente ante las cosas que en ellas suceden.
En medio de unos índices inflacionarios que no paraban de aumentar y en el continente de paredes viejas que era mi nueva escuela, los contenidos a enseñar se entrecruzaban con experiencias, problemas, angustias y deseos de las chicas y los chicos. Era muy importante entonces dar lugar a la palabra no sólo para contarnos y compartir lo que estaba pasando sino, y muy especialmente, para ejercitar el razonamiento y la reflexión sobre los temas de la clase.
De este modo –pensaba mientras iba o venía caminando de la escuela- la experiencia de todos podría enriquecerse y lo que se estudiaba en la escuela podría servir para la vida, reclamo siempre presente en los estudiantes. Recuerdo el día en que un alumno, inmigrante oriental, durante una actividad grupal pudo expresarse con mucha soltura a pesar de sus limitaciones con el idioma y la forma en que sus compañeras y compañeros lo aplaudieron, regalándole una enorme alegría.
Por esa época también comenzó a surgir la cuestión del embarazo adolescente y la necesidad de tratarlo de otra manera para evitar que fuese causa de abandono. La educación sexual nunca ocupó gran espacio en las aulas y quizás ni los chicos ni los grandes estábamos muy preparados para escuchar las palpitaciones de una panza creciente que en el próximo ciclo lectivo daría a luz un niño. Sin embargo, la escuela pudo oír, hablar y orientar en esa experiencia hasta entonces muy poco habitual, sintiendo los latidos y recibiendo la vida nueva.
Las escenas continúan sucediéndose. Entrados los años ´90 yo trabajaba en la provincia de Buenos Aires, en una escuela que estaba cerca de la estación de trenes. Esa mañana cuando llegué las puertas ya estaban abiertas, entré al aula y allí me encontré con una de las chicas, muy delgada, muy pálida, muy tenuemente prendida a la vida, con el cuerpo pequeño volcado sobre la mesa. Estaba sola con su dolor y renuente a la palabra. Recién cuando vino su amiga más intima pudo hablar y en un tono muy bajo nos comentó que la tendrían que internar por su problema de anorexia. Ella creía que el espejo le decía otra cosa, pero así como estaba ya no podía seguir. La despedimos con un abrazo y nos comprometimos en llamarla para contarle de la escuela y de la fiesta de fin de curso.
Al año siguiente yo estaba en otra institución. Me encontré con rostros y miradas nuevas; otros episodios se entramaron en escenas diferentes y sin embargo parecidas, porque la vida con todas sus vueltas está allí corporizada… Así podríamos continuar, mientras el mate circula y en los relatos descubrimos que si existe un lugar que contiene la historia humana con las particularidades y las huellas de las diferentes épocas, ese lugar es la escuela.

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