miércoles, 23 de abril de 2008

“Entre la realidad y la inocencia...”

María de los Ángeles Álvarez
Todo era nuevo, el lugar, los viajes, nuevas caras de niños, colegas...todo era fantástico para llamar la atención.
Mi experiencia en esta materia, casi nula...”Maestra de Música” (algo maravilloso), lugar incalculable de sentimientos, sensaciones, emociones, ocurrencias y alegrías...
Digamos que uno puede decir, que vuelve a encontrarse con esa personita de antes, esa inocencia que pareciera ... nos vuelve a contagiar.
Como les dije al principio “todo nuevo” y desde el comienzo hasta hoy en día, rescato lo más simple de cada chico... y aunque no me crean ¡¡ aprendés tanto... es tan valioso...!!
Pero no se crean que es fácil, es un arte, el lograr aplicarlo y ver esas cosas sencillas e importantes a la vez, que son capaces de dar esos duendes tan irresistibles y graciosos... que siempre con la luz de picardía en los ojos, tiñen de un color especial cada momento.
Al ser novata en esto, me planteaba metodologías de trabajo y en su momento quería que todo fuera perfecto... (las clases, el clima, las producciones...)
Pero uno va aprendiendo, que lo perfecto no existe, no nos enseña la esencia de la vida, por eso estoy cada vez mas orgullosa de equivocarme, retroceder, volver a empezar... porque es esto lo que nos enseña la verdadera historia de la vida...
Y así fue como sucedió, una hora normal como cualquier día, comenzamos la clase con 3º año, y entre comentarios de ellos con lo acontecido en la semana, surgió un tema que capto el interés de todos y nos sumergimos en un profundo silencio...
Habitualmente desde que empecé a trabajar, siempre trate y lo sigo haciendo todavía, poder lograr momentos reflexivos y un balance veloz del día a día, ¿que aprendí?, ¿que enseñe?, rescato lo bueno y lo malo, y por sobre todas las cosas, lo fundamental...buen trato, dialogo amistoso (evitando tanto autoritarismo), permitiéndole al chico “entender a través de la reflexión”.
¿En qué consiste? En evaluar las situaciones y trabajar sobre que consideramos bien, mal y en que nos equivocamos.
Surgió la conversación de la pelea entre dos niños, en donde como toda pelea no es solamente verbal, sino pegándose (“una trompada bien puesta en el ojo...”) (palabras textuales del relatador).
Definió toda la experiencia vivida esa tarde en la cancha.
Miré al niño agredido automáticamente, el ojo era un mapa, todo rayado y un tremendo arañón cortaba de cada lado de éste, ideal para asustarse por el lugar del golpe.
Y yo, queriendo calmar aguas y respetando lo importante y enseñarles a tratar de revertir una situación de tal magnitud, les explique que la historia relatada hacia un momento estaba muy mal., entonces les hice una pregunta... ¿nos tenemos que llegar a matar, golpearnos, lastimarnos para disfrutar y salir victoriosos?
Seria muy triste chicos... que ese mismo desenvolvimiento lo tuviéramos todos los humanos, ya que la pregunta que me hago muy seguido es ¿que va a ser de este mundo?
Prima la violencia, autoagresión, a agresión verbal, falta de respeto en las personas.
El silencio era absoluto, cada vez mas intenso... lo que me daba más pie para invitarlos a la reflexión...
Hasta que en determinado momento se me ocurrió comparar la situación con una ya vivida anteriormente y les expliqué que dicha historia termino en una verdadera tragedia.
¿Saben chicos que se de un caso que a un niño le pegaron en el ojo y ¡lo perdió!
Y no es un chiste, ¡¡ LO PERDIO!!
Pero algo hizo que me llamara la atención de un alumno, lo compenetrado que estaba, quizá era igual a todos, pero fue el que me llevó a la realidad de las palabras utilizadas.
Esas tres palabras “Perdió el Ojo”, cuanto encierran y cuanta incertidumbre y duda generó en las mentes humanas de ocho años, como en la de cualquier edad...
El niño me miró y yo lo miré, me interrumpió la conversación (apoyado sobre sus dos manitos en el respaldo de la silla) y me hizo la temible pregunta ¿Y lo encontraron Seño?
En mi atropello de discurso, le dije: ¿qué encontraron...?... ¡¡El ojo!! (contestó natural y tiernamente).
Y ahí caí en la cuenta y en la tentación...
Conclusión a la que arribé... desastrosa, porque mi risa no me dejaba avanzar y la inocencia de ellos de verme riendo, los llevaba a la total duda e intriga de mi historia relatada.
Y así fue como me marcó mucho esta gran experiencia, porque de lo simple, podemos llegar a lo mas complejo en un sólo salto.
Y aquí fue algo circunstancial y sin mayores obstáculos.
Pero cuantas veces sobreentendemos las palabras y queremos que el mundo hable, piense igual a nosotros. Y para algo es mundo... nos encontramos con las diferencias físicas, emocionales, gestuales, religiosas, etc..., en donde son todas dignas de respetar y aclarar, para evitar futuras complicaciones y no elevar solamente la imaginación como pasó esa tarde...
Aunque si les pido a todos los que lean esta experiencia, nunca pierdan la capacidad de sorprenderse (de cada cosa, cada instante, cada palabra, cada ocurrencia, cada gesto...), esa cualidad nos lleva a tener una magia maravillosa dentro de nuestros corazones.

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