miércoles, 23 de abril de 2008

Simplemente golondrina

Sonia Edith Simones
Todo ocurrió por los años `92 cuando decidí por supuesta vocación o vocación impuesta, emprender el duro y a su vez placentero, camino de la docencia.
Ser docente formaba parte de nuestras vidas en el pueblo. Un magisterio dictado en casa no se podía desperdiciar y nos juntamos todas…todas haciendo referencia a aquellas que no acompañaba la economía para invertir en otro futuro y a su vez aquellas alentadas por las ganas de aprender, del saber.

Cumplida la misión y pasado el tiempo, sonó el teléfono y el inesperado:
¨ Hola querida, te llamo de Coordinación...¨
Mi voz temblaba, uniéndose de inmediato a este movimiento, las manos y las piernas. Un susurro, un suspiro dijo el primer:
¨ La tomo, que tengo que hacer? ¨
Puelén fue el lugar. El miedo, la ansiedad y la distancia te invaden al cruzar las puertas y el deseo de un abrazo de bienvenidas se desvanece cuando la autoridad te mira (de arriba abajo) y te recibe.
En ese momento dejo de ser Sonia para convertirme (en un rápido y sencillo rito de iniciación) en la docente de 5to año.
Cuanto pesa sobre mis espaldas!!! Hasta pensar en un momento salir más que disparada del lugar cuando las llamadas blancas palomitas me analizaban al entrar. Palomitas que más que acompañarte en el vuelo inicial, esperan la presentación de Sonia para definir según la voz de la principiante, la postura y obviamente la edad.
Y como bien dicen ¨ Después de la tormenta siempre vuelve la calma ¨, todo pasa y...
Hoy me roba una sonrisa el recuerdo,
Hoy me enriquece esa vieja vulnerabilidad,
Hoy la observación y la atención son mis aliadas (el tema de los listados potencia estos aspectos),
Y hoy a la distancia doy gracias por la posibilidad y el empuje que alimento en mí, la vocación y la pasión por el arte de aprender todos los días y acompañar a estos niños en el proceso de enseñanza- aprendizaje.
Llegado el año 2007, reflexiono una vez más, pero en este caso en la realidad que como docente me toca vivir.
Aún sigo como golondrina, de escuela en escuela, adentrándome todo el tiempo a realidades educativas diferentes que me imposibilitan acceder al sentimiento de pertenencia del que algunos mencionan. Pero Ojo! Esto no es lo único que como docente me propongo, cada experiencia me renueva, cada grupo de colegas, cada alumno, me mantiene en una constante transformación y enriquecimiento personal.
Este año la diversidad en el aula, me mantuvo muy activa. Concientizarme y brindar la atención correspondiente me llevó a indagar y descubrir otras herramientas para llegar al alumnado, o simplemente animarme a reestructurar-recrear aquellas que como docente apliqué casi temerosamente en otras oportunidades.
La experiencia, el camino recorrido en las aulas, aumentó mi confianza a la hora de crear y aportar un poco de color sin miedo al ridículo y al juicio que con asistencia perfecta recae sobre las acciones realizadas. Hablar de juicio implica también tener en cuenta la mirada, la valoración y el aporte tan significativo que todo mi entorno me brinda para mejorar día a día.
Si bien por momentos esta continua renovación nos agota, es inevitable si como profesionales (ética) pensamos brindar lo mejor a nuestros alumnos y reivindicar nuestro rol como educadores por momentos tan cuestionado. Todo cambia a pasos agigantados (los niños, las instituciones, etc.) y como docentes debemos emprender esa carrera alocada si queremos llegar a nuestros alumnos, a sus intereses, a sus necesidades, a sus preocupaciones y desarrollar realmente sus potencialidades.
Bueno, para cerrar esta historia, aunque contradictoriamente nunca tiene final, me tomo unas merecidas vacaciones y recupero fuerzas para contarles y participarlos de otra experiencia educativa.
Ahora y con la capacidad de escucha y diálogo tan desarrollada en los últimos tiempos por los docentes, que tal si me contáis y compartís conmigo tú historia…
Esta historia continuará…

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