miércoles, 23 de abril de 2008

“Descubriendo intereses perdidos...”

Natalia R. Costilla
Un día en una escuela de una pequeña localidad, en nuestra querida provincia, llegué para desempeñar mi labor. Soy una docente suplente que hace algunos años, vengo recorriendo muchas escuelas pampeanas. No es un lamento, sino una gran cosecha de experiencias variadas y gente diversa que nunca podré olvidar. Ser suplente sólo representa para mí una condición de revista, y no me siento “hoy” en distintas condiciones que mis colegas con más años.
La historia que quiero contarles sucedió hace unos años atrás cuando fui designada para atender un grupo de adolescentes.
El grupo era pequeño, esto favoreció que todos pudiéramos conocernos rápidamente. Sabemos que la etapa que viven no es sencilla...Inmersos en la desorientación propia de la edad, sus primeras salidas nocturnas, los encuentros con sus pares de otras localidades con más accesibilidad que ellos para tener diversiones nocturnas.
Al comienzo, mi llegada fue pura exploración. Poco a poco se fue nutriendo hasta llegar a una equilibrada y fructífera relación.
Tenía que trabajar con ellos el área de Lengua y Literatura. El escepticismo de sus rostros me indicaba que debía plantear mi área de manera diferente a la que ellos conocían; y así lo hice.
Un alumno del grupo llamó mi atención. José era muy alegre. Por momentos se tornaba molesto para la clase. Por otra parte era el centro de diversión, además de ser muy buen compañero.
Físicamente José era robusto, piel morena, cabello oscuro siempre desordenado, y por sobre todo unos ojitos negros saltarines que lo hacían más pícaro.
Hasta aquí no hay nada sorprendente, pero por sus características no tenía un desenvolvimiento escolar muy satisfactorio. Expresiones como: ¡Uh!...¿leer esto?, ¿Para qué quiero yo aprender esto?
Personalmente empecé a reflexionar sobre cómo continuar con él. Comencé a indagar por diferentes caminos, pero lo que primero decidí fue prestar atención a todas las palabras que pronunciaba mientras estábamos juntos. No solamente lo que me decía a mí, sino a sus compañeros o al resto de los chicos de otros años durante los recreos.
Así comencé a comprender alguna de sus actitudes, y descubrí que era la misma mirada de él hacia la escuela.
Su familia era humilde y vivía en la zona rural, en medio del monte. Sus padres eran analfabetos; por lo tanto el sueño de ellos era que alguno de sus hijos estudiara. Su hermano mayor trabajaba en el campo, y también tenía hermanitos menores que él.
Comencé a escucharlo y advertí que a José también le gustaba mucho el campo y quería trabajar para tener su propio dinero, igual que su hermano mayor. Esto me dio una idea.
En la hermosa biblioteca que tiene la escuela siempre realizaba allí mi selección de obras literarias para trabajar. A veces le sugería yo y otras ellos mismos elegían obras para leer. Luego hacíamos trabajos prácticos de las mismas.
Un día seleccioné obras de autores pampeanos. Quería sugerirle lecturas ambientadas en aquello que José conocía.
A partir de allí, el siempre me pedía relatos: ...“cómo esos, señora”; “como los del otro día...”
Así fue como José comenzó a volcarse con gusto a las actividades propuestas de trabajo en el área..
Ese año diseñamos juntos, todo el grupo de noveno un proyecto de producción de textos.
Sobre fin de año abordábamos temáticas relacionadas con el teatro. Entre todos surgió la idea de elaborar una obra teatral de tinte cómico para la fiesta de fin de curso.
Fiesta muy esperada y de mucha importancia para la localidad. Allí por supuesto José participó con entusiasmo, porque realizamos una obra con características bien nuestras.
José con su perfil movedizo e inquieto actuó motivado, comunicando lo que mejor sabía: la vida en la zona rural pampeana.
Ese día, en esa fiesta, José se sintió muy bien. Todo el grupo resaltaba su brillante actuación, y recibió muchas felicitaciones de la gente.
Finalmente, debo decir que yo me sentí feliz, fascinada por ese mágico encuentro. Aunque también algo acongojada porque tenía la sensación de que ese día quizá sería el último en que compartiéramos tan lindas experiencias. José debía rendir muchas materias ese año, y seguramente no lo haría...
Pasaron los años y en nuestra memoria como en las fotografías aún queda el grato recuerdo de la magnífica actuación de José.

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