miércoles, 23 de abril de 2008

Desafío

Nelly Graciela Lehr

Hace mucho tiempo me inicié como jardinera, pero al transcurrir solo diez años por las salas me encontré con una circular donde informan que el gobierno provincial efectúa una reorganización dentro del nivel inicial, así aparece la creación de los J.I.N (Jardines de Infantes Nucleados).
Yo estaba tranquila con mi grupo de alumnos disfrutando de su inocencia, con caritas sonrientes, sí; feliz en mi mundo, en lo que me gustaba, en lo que había elegido como profesión. ¡OH! sorpresa, aparece la lista para cubrir ese cargo que tan lejos veía, el de directora. Veo mi nombre plasmado en una hoja encabezando la lista.
Me quedé sin palabras, con la vista fija en aquel papel y pensé “esto no es para mi”. Pasaron unos minutos y comencé a reflexionar, comenté esta nueva situación a una compañera y amiga quien me impulso a aceptar este nuevo desafío para mi desconocido.
Llegó el momento de tomar una decisión y… acepté junto con mi secretaria para formar el primer equipo directivo de la institución. Recuerdo el día del acto ¡qué susto! Al ver un mundo de alumnos, de docentes, de autoridades, padres; mis ojos no podían captar todo. Me sentí aturdida, sin saber que hacer, con miedo, ansiedad, incertidumbre y muchos sentimientos inexplicables; ¿Qué hago en este lugar? Pensé.
No fue fácil encontrarme con doce salas distribuidas en siete escuelas de la zona, cuya sede funcionaria en mi pueblo ¡cuántas cosas nuevas!: viajar para supervisar, tomar desiciones, trabajar con gente grande, hacer notas, planillas, todo desconocido.
Comienza mi primer jornada de trabajo como directora: llego a la escuela con mi secretaria, lugar donde funcionaría la dirección. Converso con la directora de la escuela primaria para saber el lugar asignado para tal fin; así nos llevó a un aula pequeña, allá donde terminaba el colegio, sólo con un armario, un escritorio y una silla, todo vacío. Sentí mucha desolación en aquel momento, algo extraño corría por mi cuerpo sin saber por donde comenzar a armar este rompecabezas.
Notas, planillas mensuales, presentismo, cuadernos de actuaciones, planillas de cargo, declaraciones juradas, etc. etc. Todo nuevo, sin saber como resolverlas, preguntando, asesorándome, comencé a transitar por el camino del compromiso asumido.
A esto tuve que sumarle lo difícil que fue el cambio de tratar niños por adultos, así comencé a palpar las relaciones con personas y escuchar, expresiones como:
¡Quiero el turno de la mañana, a la tarde no!
¡Mi compañera no ordenó la sala!
¡No me dejó participar en el acto!
¡El papá de fulanito me contestó mal!, etc., etc.
¡Qué ardua tarea es conducir todo esto!
Este es un nuevo desafío que Dios me puso en el camino y que hoy puedo decir que también tiene sus frutos.
Así, junto con mis compañeras y con el correr de los años, puedo decir que se logró una institución independiente, con edificio propio, y que día a día va creciendo, con la mirada puesta en los niños que tenemos que educar.
Con amor y dedicación todo se puede lograr, hasta lo menos pensado.

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